El postre vigilante

Un clásico que lleva más de 100 años en la mesa de los argentinos y jamás pasa de moda, la única gran duda es...membrillo o batata?

Gastronomía 12/12/2022 Pablo Gentilcore Pablo Gentilcore

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Sin dudas uno de los postres favoritos de grandes y chicos es esa combinación tan magistral como sencilla, entre el queso y el dulce, este último varía de acuerdo al gusto del comensal, una grieta de la gastronomía, la elección entre el dulce de membrillo o el de batata. 

No solo se trata de saborearlo después de la cena o el almuerzo, sino que en muchos hogares está esperando en las heladeras a que algún glotón acuda a su irresistible tentación. 

De fácil acceso, se puede adquirir en cualquier kiosco o almacén barrial. No discrimina clases sociales ya que está incorporado en el menú de viejos bodegones y en los más exclusivos y costosos restaurantes.  

Según el historiador Daniel Balmaceda, el hábito de comer queso y dulce proviene originalmente de Argentina. Uno de los primeros fabricantes del dulce de membrillo fue Carlos Noel, quien en la mitad del siglo XIX lo elabora en su planta industrial. Pero la excelente combinación del queso y dulce es una antigua tradición del norte argentino, en particular el quesillo con dulce de cayote.

El nacimiento de su nombre: vigilante

Cuenta la historia que en una vieja fonda del barrio porteño de Palermo, allá por 1.920 y en inmediaciones de este local, había una comisaría cuyo personal solía acercarse durante los patrullajes a este comedor para pedir el postre de la casa que consistía en una rebanada de queso y otra de dulce, ideal para el trabajo de los uniformados ya que no necesitaban cubiertos para disfrutarlo en sus recorridas, aunque en otros barrios de Buenos Aires sostienen que el origen de este nombre, se debe a que por lo poco que ganaban los oficiales, era a lo único que podían acceder por su módico precio. Desde ese momento y gracias a su popularidad se lo empezó a llamar "postre vigilante".